Los beneficios del Omega-3 en la salud prenatal y lactancia son múltiples:
Si alguna vez hay un momento para concentrarse en la nutrición, es antes, durante y después del embarazo.
El DHA es un nutriente fundamental durante el periodo de gestación y la lactancia. Durante el embarazo, el feto obtiene todo el DHA necesario para formar el cerebro, sistema nervioso y retina principalmente a expensas de los depósitos maternos. Esta demanda adicional de DHA que impone el bebé en la madre condiciona un mayor aporte de DHA a través de la dieta materna para evitar un déficit que comprometa tanto la salud del bebé, como la de la madre. En este punto, la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) recoge la necesidad de suplementar con 200 mg adicionales de DHA al día la dieta materna para cubrir esta mayor demanda. Esta recomendación se suma a la alegación de salud para la población general sobre la necesidad de consumir diariamente un mínimo de 250 mg diarios.
Sin embargo, en muchas ocasiones estas cantidades diarias de DHA son insuficientes. Esto es especialmente frecuente en casos de embarazos múltiples o sucesivos, donde el déficit de DHA materno puede acumularse, y en general en madres cuyo Índice de Omega-3 es inferior al 8%.
Un déficit de DHA materno puede ocasionar carencias en los niños, donde si no hay una correcta suplementación se manifiesta con problemas de aprendizaje y consolidación de memoria, estados anímicos alterados con cambios de humor frecuentes, TDAH, TEA, etc. Además, un estudio reciente encontró que las mujeres que tomaban suplementos de Omega-3 durante el embarazo tenían un riesgo reducido de parto prematuro temprano (menos de 34 semanas), parto prematuro (entre 34-37 semanas) y bebés nacidos con bajo peso al nacer (menos de 5.5 libras).
Para las mamás que no pueden o eligen no amamantar, la mayoría de las fórmulas infantiles contienen DHA y ácido araquidónico (ARA), otro ácido graso poliinsaturado que apoya el desarrollo saludable del cerebro. En 2018, la Academia Estadounidense de Pediatría reconoció la importancia del DHA y ARA en los primeros 1000 días de vida de un bebé (desde la gestación hasta los 2 años).Sin embargo, se recomienda conocer las necesidades nutricionales individuales para no caer en déficit, aumentando la cantidad de Omega-3 durante el embarazo y la lactancia para apoyar tanto la salud de la madre, como la de sus bebés.